Prólogo
Conocí a Don Isaac Gallegos Cervantes por el año de 1982, sabia yo del enorme interés que aquel hombre poseía por recuperar el pasado inmediato de su pueblo natal: El Llano. Por aquel tiempo sus actividades se dedicaban ya a informar sobre la historia de su terruño y a recopilar cada vez más informacion sobre la exhacienda de Dávalos; su único objetivo era-y aún sigue siendo el que las generaciones jóvenes conozcan la vida de sus padres y abuelos en uno de los enclaves capitalistas fundado en las dos últimas décadas del siglo pasado. Como pudo y en forma rústica publicó algunos cuadernillos sobre la historia de El Llano, y de forma más ordenada el sociólogo Alvaro Estrada escribió una biografía de don Isaac allá por 1982. Estos cuadernos citados aquí, más uno publicado por el Instituto Michoacano de Cultura, fueron obsequiados al señor Arnulfo Vázquez Ramírez, presidente municipal de Zamora, quien se intereso porque aquel material se conjugara y se formara un solo legajo que pudiera a publicado, siendo el presente texto el resultado de ese interés.
Pero volvamos con don Isaac, el cronista de su comunidad. Nació en hacienda de los Dávalos (ahora El Llano) en el año de 1908, el 20 de enero para ser precisos. Empezó a trabajar muy chico, primero como chivero de Ia hacienda, después en el arado y poco más tarde como mediero de la propia hacienda. Por el año de 1923, a los 15 años de edad emigró a los Estados Unidos en donde trabajó en el campo, allá encontró a su papá, trayéndolo al terruño y él-don Isaac- regresó a los Estados Unidos en 1925 para trabajar en el ferrocarril del pacifico sur, de donde regresó en noviembre de 1926 para casarse con la señorita Carmen Rodríguez el día último de diciembre del mismo 1926.
De 1926 a 1935 trabajó como mediero con los Dávalos, los dueños de la hacienda y posteriormente, al convertirse en ejidatario logró aglutinar a sus compañeros ejidatarios y representarlos en la venta que hacía de lo que producía el ejido a los señores Luis Villaseñor, Carlos Jiménez y Rubén Ortiz de Zamora. De 1942 a la fecha, don Isaac se convirtió en uno de los promotores. más importantes de obras públicas para su comunidad, estuvo, como dice la sabiduría popular, “metido como ajonjolí de todos los moles”, participando activa y económicamente en la perforación del pozo de agua potable, en el camino El Llano-Ario, en el teléfono, en el alumbrado, en la construcción de la plaza, el empedrado de las calles, en la construcción de la nueva iglesia, en el arreglo del panteón y en las festividades más importantes de su comunidad. Por estos tiempos también fue recolector de la administración de rentas. De 1980 se dedicó a ofrecer funciones de cine, primero en El Llano y después circunstancias ajenas a él, se trasladó a la vecina tenencia de Ario de Rayon.
De 1980 a nuestros días don Isaac se ha convertido por gusto propio e cronista de su comunidad, nueve años de dedicar su tiempo completo a recordar y escribir los acontecimientos más interesantes de la exhacienda de Dávalos. estilo -como ustedes podrán darse cuenta- es sencillísimo e ilustra adecuadamente los tiempos en los que El Llano ha iniciado el vuelo. Quien visite El Llano quedará sorprendido de lo que una comunidad puede lograr en base a la unió el respeto y la solidaridad de hombres como don Isaac Gallegos Cervantes. Jesús Alvarez del Tore
Agosto de 1989 Zamora, Mich.
El Llano en Vuelo
Este apunte monográfico es el resultado de una inquietud que partió de los años setentas y que se agudizó cuando algunas gentes del Colegio de Michoacan de la Universidad Pedagógica Nacional me solicitaron información sobre El Llano. Al principio fueron sólo apuntes que empecé a guardar y ya después publicar en el semanario Guía y mi entusiasmo se desbordó cuando el Instituts Michoacano de Cultura me publicó un cuadernillo con las notas que hasta ese momento había elaborado.
Mucho me ayudaron las amistades que había hecho con los profesores de las instituciones mencionadas anteriormente: veían mis notas mal escritas, me las corregían, me sugerían los temas que debía tratar e incluso el título de este ensayo “El Llano en Vuelo” surgió de una visita que me hiciera don Luis González y González y doña Armida de la Vara. El Llano en vuelo porque la comunidad, de ser una hacienda repartida en ejido, guarda características un poco diferentes a otros ejidos y exhaciendas, a saber que ha mantenido al ejido ajeno a gentes de otros sitios y que su desarrollo se ha venido gestando gracias al esfuerzo y sacrificio de todos los ejidatarios y de aquellos que han tenido que emigrar a los Estados Unidos, pero que no olvidan su terruño.
Así ha volado el tiempo en el Llano: de hacienda a ejido que no completaba el número de solicitantes requerido por el Departamento Agrario; de ejido productor de granos que empeñabamos a los prestamistas de Chavinda y Zamora a una comunidad que solucionó sus carencias en base a la unión de sus habitantes. Los bienes materiales de El Llano: agua potable, luz, empedrado, drenaje, teléfono, el camino El Llano-Ario y la construcción de la nueva iglesia, fueron obras que pusieron a prueba la capacidad de los llanenses y que lograron culminar gracias al trabajo y cooperación de todos.
De costumbres impuestas por los amos y que yo he llamado “del infierno”. pasamos a “la gloria”, a decidir lo que mejor nos convenía. Dejamos atrás tiempos en los que los hombres nos debíamos en cuerpo y alma a los patrones y en el que las mujeres eran tratadas como animales. Transformamos nuestra precaria forma de vestir y de alimentarnos, terminamos con los viejos moldes de habitación “casa de adentro y casa de afuera”, y construimos nuestras casas com materiales de mayor durabilidad. En una palabra, por lo que habíamos sufrido nos hicimos a la idea de vivir un Llano mejor, siempre levantando el vuelo.
En estos apuntes al vuelo agradezco a quienes de una u otra forma los hicieron posible, tanto en forma como en contenido: Al profr. Alvaro Estrada Maldonado, al profr. Alvaro Ochoa, al Dr. Luis González y González, a doña Armida de la Vara, al Lic. Jesús Alvarez del Toro y al señor Arnulfo Vázquez Ramírez, presidente municipal de Zamora, a quienes debo en mucho la elaboración de este apunte monográfico de la tierra que me vió nacer. Finalmente deseo expresar que si existen errores en el presente trabajo no han sido por mala fe, sino por el paso de los años que todo tiende a destruir.
Isaac Gallegos Cervantes. Agosto de 1989 El Llano Mich
UBICACION Y CLIMA
El Llano ciertamente está ubicado en una llanura, solo adornado por bonito cerro llamado el Jaseño, muy parecido a la cabecera de una cama, con lujosas almohadas. El Jaseño cuenta con la siguiente flora: palos prietos, palos dulces, tepehuajes, pochotes, colorines, higueras, crucillos, cicuitos y casahuates. El Llano colinda al oriente con Ario Santa Mónica y Zamora, al poniente con Chavinda, al norte con San Simón, la Estanzuela, Colongo, la Sauceda y la Rinconada; y al sur limita con el Jaseño. El clima en del Llano es templado durante la mayor parte del año.
QUIEN FUNDO EL LLANO COMO HACIENDA
Desde pequeño, siempre quise saber cómo se había fundado mi pueblo, les pregunté a varios señores de los que nacieron allá por los años de 1855 y me dijeron que recordaban que fue el señor Arcadio Dávalos el que lo fundó. Las propiedades de este señor eran extensas, entre otras era dueño de El Valenciano, Camucuato, La Plaza del Limón, El Limón, San Simón, Miraflores Chico, La Chole y El Llano. Don Arcadio Dávalos regaló al diezmo La Chole y al fallecer el hacendado heredó a sus hijos las propiedades antes mencionadas. Entre sus hijos hubo uno que se llamó Francisco, y éste a su vez también tuvo un hijo que se llamó Francisco, además dos hijas: María Antonia y María; a Maria Antonia le heredó la propiedad de Camucuato y a la niña María -que así la llamaban-le heredó las propiedades de Miraflores chico y El Llano. Don Francisco, el hijo de don Arcadio, se casó con Mercedes Jaso, quien había recibido como herencia de sus padres los cerros denominados La Manga, Las Presas y El Jaseño. De esta manera la niña María heredó El Llano con sus anexos el Jaseño, Las Presas y la Manga
Los primeros Dávalos le decían El Llano a esta extensión de terreno, porque en verdad era una planicie que no tiene cerros. Lindaba al oriente con propiedad de indios, al norte con el río Duero, al poniente con otros hacendados y al sur con un cerro que aún no era de su propiedad porque, como ya vimos, El Jaseño perteneció al Llano, hasta cuando el Francisco Junior la obtuvo por herencia de su esposa. Esta llanura boscosa, sin producir ni beneficiar a nadie, permaneció asi hasta la construcción de la vía del ferrocarril, en los últimos años del siglo pasado, siendo hasta entonces cuando los Dávalos construyeron su finca grandisima que por varios años vivió abandonada, aunque ya para entonces había cinco o seis casitas de zacate y palos del cerro en una pequeña laderita que está a la orilla del Jaseño.
PRIMERAS FAMILIAS QUE VIVIERON EN EL LLANO
De las primeras familias que habitaron esta porción del valle Zamorano a muy pocos conocí y ya de mucha edad, a los más los conocí por medio de informes; de aquellos que fueron fundadores están: Tomás Gonzalez, Rafael Aguayo, Petronilo González, Amado Pantoja, Juan Bermúdez, Nabor Perez, Luis Rios, Nabor Pantoja, J. Jesús Fajardo, Francisco Chure, Eusebio Zuñiga, Apolonio Hilario, Tomás Ceja y también el hacendado, la familia Davalos quienes vinieron de San Simón -La hacienda principal-, sabidos de que el ferrocarril pasaría por El Llano.
Ya estando en El Llano, la familia del hacendado mandó a que se invitara a pequeños grupos de familias que habitaban en La Cuesta y La Cuestita y la Chole a que vinieran a vivir al Llano, unos aceptaron y así se fue formando la ranchería hasta formarse callejoncitos para transitar por la misma. Para este tiempo, El Llano ya tenía la forma de un pequeño pueblito y estaba circulada de piedra y sus cuatro portones, resguardo ordenado por los hacendados
Al poco tiempo la hacienda crecería, tanto por la venida de nuevos vecinos como por la llegada del colegio de novicios de la orden de los Jesuitas. El crecimiento obedecía al interés de la familia Dávalos por estar lo mas cerca posible del paso del ferrocarril, para de esta manera poder exportar la producción de granos de todas sus propiedades a donde ellos lo desearan, aunque este auge duraría hasta los años de 1930.
OTRA FUENTE:
Don José Martínez Pérez me proporcionó un documento manuscrito de Don Federico Dueñas Maciel y Ríos, quien el año de 1870 realizó dos excurciones hacia lo que ahora es el Llano. El documento original pertenece al Daniel Acuña Ixta de Chilchota, Michoacán y a la letra dice: PRIMERA EXCURSION: El día cinco de octubre del año del señor de 1870, con permiso de las autoridades del Estado y acompañado de 2 jóvenes, mayores de edad emprendimos la marcha sobre el Duero, partiendo de Carapan, Mich.
Como ibamos sin prisa, deteniéndonos en los recovecos del río y haciendo apuntes sobre lo más relevante, no fue sino hasta el día 9, día en que llegamos a la Hacienda Vieja, propiedad en ese entonces, del Doctor Angel Morales Jazo.
Al ver la jovialidad de aquella buena gente, decidimos pasar allí el tiempo posible.
Y fue Santa Ana Gómez quien nos dio hospitalidad durante ocho días, tiempo que nos permitió conocer El Llano, Miraflores, Chiquirinda, El Jacal y Las Cruces…Los habitantes de La Hacienda Vieja, en 1870, eran los siguientes: Santa Ana Gómez, Andrés Ríos, Andrés Flores, Lucas Solís, Ceferino Carlín, Ramón Avalos, Trinidad Martínez, Jesús González, Victor Gama Y Nicolás Ballesteros
Estas buenas gentes tenían su panteón al occidente, en un pequeño promontorio..
Los moradores de El Llano, en 1870, eran los que siguen:
José María Plancarte, Tomás González, Ventura Ayala, Eligio Ayala, Aniceto Ríos, Juan Bermúdez, Victor Navarro, Ramón Padilla, Anastasio Martínez, Cenón Salceda, Soledad Ramírez, Ramón Salomón, el cual vivía donde hoy se halla la plaza cívica. Y Brígido Avila, padre del que transplantó la bugambilia de la Hacienda Vieja, al casco de El Llano, y quien plantó también los árboles altos de La Loba, Los Pelillos y Las Cajas. Sólo los eucaliptos finos que hay en el colegio, fueron traídos de Quintana Roo, y atendidos por Jesús Neri y José María Sánchez. Pero lo doloroso es que estas gentes, por no saber lo que tienen, posiblemente estos árboles van a morir, sin dejar retoño alguno.
El dia 17 de Octubre, del año que nos ocupa (1870), después de dar las gracias al señor Don Santa Ana Gómez, por su fina hospitalidad, seguimos la ruta ya trazada. 35 años después, cargado de años y de recuerdos, volví sobre el Duero para recoger mis pasos. Pero de la Hacienda Vieja no hallé ni sus vestigios. Era el 21 de Septiembre de 1905. De los árboles frutales, sólo encontré el guayabo de China; único en su género… Dos versiones hay en torno a ese árbol: unos que la plantita la trajeron de España los Morales Jazo; otros que fue traída de Lima, Perú.
Mas nosotros que nada sabemos de la clase de guayabos que haya en España, y que sí tenemos conocimiento de los que tiene el Perú, nos inclinamos a creer que más bien puede ser peruano.
Absorto me hallaba recordando el rancho desaparecido, cuando me suena al oído la voz grave de Don Tomás González, con mucho gusto estreché su mano y lo anonadé a preguntas.
El buen hombre en vez de contestarlas, tiró de mi mano y me condujo al Llano de Dávalos. Una semana estuve hospedado en su buena casa, y a él se le debe el que yo haya recabado datos que van a continuación. Antes de entrar en materia diré que, habiendo encontrado al oriente un lienzo de cerro, en la puerta de la Casiana, y que a todas luces era parche mal pegado, pregunté a don Ramón Gutiérrez que en ese entonces cuidaba ese lugar, y él rindió el informe siguiente: Los Dávalos compraron a los de Ario el potrero de Santiago, hasta llegar al rebalse, y estos no cumplieron. Para cubrir su palabra dieron el lienzo ya descrito.
De los primeros moradores de El Llano, no se sabe cosa alguna, la docena de casas que había, estaba disgregada en medio de espeso monte y la tierra inculta. Se puede decir que los Dávalos fueron sus fundadores, que no eran Dávalos, sino Avalos; mas habiéndole nacido de doña María Concepción Pérez de Garfias,nueve hijos, a don Agustín Avalos Martínez de Aldana, entre los cuales se hallaba don Francisco, estos cambiaron el nombre de Avalos, por Dávalos.
A la pasada del ferrocarril, que fue el 95 del siglo pasado, los señores Dávalos abandonaron San Simón y se cambiaron al Llano, Marcaron el cuadro del poblado y lo circundaron con cerca doble de piedra. Los que trabajaron echando coa cerca fueron los siguientes, al mando de Reyes González:
Anselmo Gómez, Natividad Lara, Refugio Plancarte, Juan Martínez, Pedro Bermúdez y Timoteo Ayala
Los que acarrearon la piedra en carretones de la Loma y el Espejo: Jesús Gutiérrez, Luis Ríos y Manuel Ríos
El lienzo de la Casiana se echó con gente de Miraflores, al mando de Ciprian Herrera, Hilario Alvarez, Ramón Quintero, Porfirio Reyes, Crisófore Trejo, Luis Pérez y Francisco Reyes.
Se tiene pues establecido que don Francisco Dávalos fundó el Llano, en 1895, hizo las fincas del colegio y el casco de la Hacienda. Luego en 1901 comenzó la iglesia, la cual quedó terminada el 1906. La arena que se usó en esas obras fue extraída del cerro de La Manga y encontrada por don Andrés Flores, el cual fue recompensado por tal hallazgo con la cantidad de 37 centavos, o sea, su día de trabajo, ya que eso era lo que ganaba un peón en ese tiempo.
Los Dávalos, después de trazar el cuadro del poblado, recogieron las rancherías, tales como La Hacienda Vieja, Chiquirinda, El Jacal y El Chapil. Mas como las casas de estas rancherías eran de pajilla y de tule, fueron trasladadas en hombros, a cuenta del patrón. También fue contratado un conjunto musical, y con música fueron traídas todas las casas. Los músicos fueron cinco y a cuatro de ellos sólo se les conoce por el mote: La rata, el molcajete, el gruñido y el gusano. Don Abraham Carlín, hombre honrado y de feliz recuerdo completaba el quinteto. Pero el cuadro del poblado no fue cubierto sino hasta el 1905, año en que se vino La Cuesta.
La compañía de Jesús fue traída el 1904 y retirada a Pátzcuaro, Mich., el 1914… La primera misa en la iglesia la celebró el padre de la Mora, y casó ocho parejas, de las cuales sólo están legibles cuatro: Cosme Ceja con María Hernández; José Ayala con Juana Arciga; Jesús Avalos con Lina Solís y Lino Martinez con María Pérez.
La compañía de Jesús dejó como recuerdo las tres cruces que aun pueden apreciarse: La cruz de los gatos, la cruz de la Casiana y la Santa cruz del Jaseño que está frente al hermoso poblado de El Llano.
En el documento que estoy citando, más adelante comenta sobre los
fundadores de El Llano y los empleados de mayor rango, he aquí lo que se comenta: “Don Francisco Dávalos, su fundador, nació en Zamora, Mich. El 1937 y falleció en México, el 1910. Su esposa, doña María Mercedes Jaso y Garibay nacio el 1834 y murió el 1907.
El primer mayordomo que sirvió a los Dávalos en El Llano fue Nicasio Lopez y el último fue José Ayala.
El primer juez de la acordada fue Baldomero Bermúdez y el ultimo Jose María Ochoa.
El primer caporal fue Victor Gama y el último Silvestre González. El capitán de campo fue Ascensión Gómez.
Los capitanes de la yunta fueron: en el avío de fierro: Inés Padilla; en el avio de palo lo fue Leonardo Moreno.
El primer capitán de paleros lo fue Antonio Cerna y el último Petronilo Gil
Los cuidadores de entradas y salidas a los potreros de El Llano fueron como sigue:
En la puerta de la Casiana: Don Ramón Gutiérrez.
En la puerta del Divisadero: Ignacio López.
En la división de San Juan: Apolonio Hilario.
En el amezquitillal: Eusebio Zúñiga, y finalmente
En el puente del río: Epifanio Toro.”
El diario de don Federico Dueñas Maciel y Ríos también nos ilustra sobre los primeros maestros que hubo en El Llano: “Maestro de escuela digno de mombrar: Refugio Gómez, a este eximio maestro se le debe la preparación de Cuatro muchachos que fueron luminarias y orgullo de nuestro poblado, ellos fueron: Estanislao Salceda, Miguel Gama, José María Gómez y Martin Cerna…